Bueno, sí, se trata de un álbum visualmente espléndido. Pero para nadie en la redacción de Cuatrogatos resultó una sorpresa o un descubrimiento inesperado. Y es que Montse Gisbert, ilustradora española radicada en Bélgica, ya nos tiene acostumbrados a estos trabajos de gran belleza visual, que dejan boquiabiertos a quienes los encuentran por primera vez y hacen ronronear de gusto a quienes se han vuelto fanáticos de ellos. Montse Gisbert se ha ganado un espacio en las "grandes ligas" de la gráfica hispana del libro para niños gracias a libros como Adivinanzas, El bebé más dulce del mundo y El siglo más nuevo del mundo (los dos últimos incluidos por Cuatrogatos en su selección anual de los mejores libros en castellano de los años 2000 y 2001, respectivamente).

En El deseo de la Luna, la artista no sólo hizo los dibujos, sino que también se encargó de crear la pequeña narración que los acompañan. La anécdota, muy simple, es apenas un pretexto para que la artista despliegue su exuberante imaginería plástica, y nos remite a un motivo muy frecuente en los álbumes para niños: lo que ocurre cuando la Luna se aburre de estar en el firmamento y quiere visitar la Tierra. Las asonancias reiteradas del texto dan un aire de ritornello a esta suerte de ingenua road movie, en la que se apela a una composición de gran libertad y a una poco usual diagramación. La distribución de la tipografía en el espacio la convierte en un elemento plástico más, que dialoga con las diminutas figuras que la rodean.